El Senado Galáctico ha emitido su decreto: es hora de conquistar el espacio más allá de las fronteras conocidas. Así comienza Transgalactica, el nuevo juego de mesa diseñado por Daniele Tascini (Tzolk’in, Los viajes de Marco Polo, Tiletum) e ilustrado por Edu Valls (Bitoku, 3 Ring Circus), que invita a los jugadores a competir por la supremacía interplanetaria mediante una mezcla profunda de estrategia y construcción de motor.
En este eurogame para 2 a 5 jugadores, a partir de los 14 años, cada participante liderará una flota estelar con la misión de explorar, colonizar, comerciar y tejer influencias políticas para asegurarse un asiento privilegiado en el Senado Galáctico. Las partidas, que duran unos 100 minutos, se desarrollan a lo largo de cinco rondas en las que la planificación táctica y la adaptabilidad serán clave.
La dinámica principal se basa en la colocación de trabajadores: cada ronda, un jugador activa acciones potentes con su Capitán, que luego pueden ser replicadas por los demás usando a su tripulación, aunque a un coste más alto o con efectos reducidos. Esta interacción constante obliga a estar siempre atento a los movimientos rivales, generando tensión e impacto directo en la toma de decisiones.
A medida que avanza el juego, los jugadores desarrollan sus flotas, construyen redes comerciales, exploran nuevos planetas y compiten por tecnologías y misiones especiales. También pueden influir en el Senado enviando representantes para conseguir ventajas políticas únicas que modifiquen el rumbo de la partida.
Transgalactica combina mecánicas conocidas de juegos anteriores de Tascini, como los tracks de desarrollo, pero introduce un entorno temático espacial con alta rejugabilidad y múltiples caminos hacia la victoria. La propuesta busca atraer tanto a jugadoras experimentadas como a quienes disfrutan los eurogames con capas de estrategia e interacción.
Ya sea dominando la galaxia con ciencia, fuerza militar o diplomacia, Transgalactica ofrece una aventura táctica en el espacio profundo, donde cada decisión puede marcar la diferencia entre el anonimato estelar y el ascenso al poder cósmico.