Han pasado ya algunos días desde que terminó la última edición de Ludifest y las editoriales comenzamos, como es costumbre, a sacar cuentas alegres… o quizá no tanto. Independiente de ello, lo que nadie pone en duda es que la feria se ha consolidado como uno de los eventos más importantes del país en torno a los juegos de mesa, por su convocatoria, por la calidad de las editoriales participantes y por el entusiasmo de les asistentes.
Podemos discutir si su impacto en nuestras vidas y oficios como creadores/as es real o simbólico; si convoca más a jugones, a familias o a personas que recién se asoman a este universo. Pero lo cierto es que, al menos por un fin de semana, los juegos de mesa son los protagonistas.
Sin embargo, hay algo que me quedó dando vueltas con fuerza este año. Algo que, desde mi rincón como editorial pequeña, observé con preocupación: la ausencia de la Zona Kids. En la edición 2024, este espacio permitía que niños y niñas pudieran explorar los juegos de mesa desde su perspectiva. Era un lugar cuidado, seguro y necesario;adecuado para vivir una experiencia lúdica favorable.
No tengo datos certeros sobre cuántas familias lo usaron el año pasado, pero sí tengo la convicción de que su sola existencia marcó una diferencia sustancial en cómo se pensó la feria; no solo como un lugar de ventas, sino como un espacio de desarrollo cultural, educativo y familiar.
Este año, al desaparecer esa zona, el enfoque se debilitó. Sin un lugar preparado especialmente para elles, la experiencia se vuelve menos accesible, menos inclusiva. Quienes somos madres, padres, cuidadores o educadores lo sabemos: sin un espacio pensado para las infancias, llevar a una niña o niño a un evento masivo puede ser simplemente inviable.
Lo que me hace reflexionar en que si queremos que la industria crezca, tenemos que pensarla también desde les menores. Hoy, la gran mayoría de los juegos publicados en Chile están pensados para mayores de 8 años.
De hecho, que yo sepa, en 2024 solo “Una Manga de Bichos” fue publicado en Chile para niñas y niños desde los 4 años, y este 2025 acabo de comprar la preventa del juego “¿Cuál falta?”, de León de Mesa. Conversando con la editorial 8Sur, me contaron que están preparando algo en esa línea, pero aún falta para su publicación.
Sin embargo, durante el mismo periodo en Alemania, se publicaron más de 150 títulos para primeras infancias. Sé que dirán: “Alemania es Alemania”, pero… ¿Tenemos que estar tan alejados de esa realidad?¿Queremos incluir a las infancias en el mundo de los juegos de mesa? ¿O solo las aceptamos cuando son adaptaciones de algo que ya existe?
Me parece bien que juegos como Stone Age, Carcassonne y el mismísimo Catan se hayan adaptado para les niñes; sin embargo, creo que debemos poner un poco más de nuestra parte para pensarles, quizá sentarnos en el suelo, mirar a susojos en paralelo y no oblicuamente.
Para mí, la apuesta es clara: cuanto antes entren al mundo del juego, mayores serán sus habilidades sociales, cognitivas y creativas. Entonces, ¿qué hacemos quienes diseñamos, ilustramos, publicamos o promovemos juegos de mesa? ¿Qué rol tomaremos para abrir espacios para que niñas y niños participen activamente de estos recursos lúdicos?
Chile necesita una industria lúdica que piense a largo plazo. Y eso implica apostar por quienes no tienen una voz fuerte, ni la altura suficiente para ver todo el tablero. Acompañémosles, sentémonos a su nivel y riámonos juntes.Porque si somos una comunidad, no podemos dejar afuera a quienes más necesitan del juego para crecer.